Si desea ser inteligente a la hora de consumir, renunciaría a comprar en Diciembre
Definitivamente cada año este
asunto comercial que encierra la euforia decembrina no deja más que dolores de
cabeza para el inicio del siguiente. Por esta razón, para quienes me preguntan
por las promociones, descuentos y rebajas –recomiendo leer “El
silogismo detrás de los grandes descuentos (Madrugones, Trasnochones y
similares)”– es que
decidí desarrollar este artículo.
Indiscutiblemente no voy a
castrarle a ninguno de mis lectores o participantes de mis auditorios la
posibilidad de consumir y llenar de azufre la palabra compra, porque sería una
completa imprecisión de mi parte y más sabiendo que es el consumo –tal y cómo lo he afirmado en mis
anteriores post– es el combustible de nuestro modelo económico capitalista. Es
más, puedo afirmar, que allí es donde está la raíz del problema para muchos,
que ven en la vida financiera un calvario a la hora de comprar y no un disfrute
para su sano vivir.
En lo
particular, personalmente desde hace dos años seguidos he renunciado a comprar
en el mes de Diciembre y hasta ahora los resultados han sido muy satisfactorios
tanto para mi sano vivir como para mi disfrute financiero (sólo me enfoco en mi
lado filantrópico). Lo primero que deseo aclarar aquí es que yo no creo en las
promociones –lo puedo decir con razones firmes en las prácticas comerciales de
las cuales tengo acceso indirecto– porque nadie vende un producto para perder,
las ventas bajo la promesa de una imperdible “promoción” simplemente está
persuadiendo a su población objetivo para que compre en el momento que el
comerciante así lo desee, pero sin la posibilidad de renunciar a un margen, de
lo contrario todos los comerciantes estarían quebrados y yo hasta ahora no he
visto el primero quebrar, así que sus atractivas “promociones” les deja igual
ganancias para sus ejercicios. Y lo segundo que deseo aclarar es que soy poco
tolerante ante la exposición a los tumultos, largas filas y la algarabía a la
hora de comprar.
Por todo
lo anterior he tenido la fortuna de moverme por fuera de las fechas nacionalmente
comerciales. Esto significa, que si deseo ir a cenar a un restaurante lo hago
celebrando el “día sin motivo”, es decir, para el día menos pensado y cuando
realmente se me antoje sin importar lo que se celebre a nivel nacional –yo lo
llamo evitar el efecto rebaño–, porque definitivamente no hay nada más molesto
que exponerse a buscar una mesa disponible en cualquier restaurante en medio de
una celebración nacional. Esta misma filosofía la he venido aplicando como les
mencioné anteriormente para lo que ocurre en Diciembre, he movido mi rango de
fechas para ampliar la posibilidad de encontrar un escenario de tranquilidad a
la hora de comprar, pero lo más importante y creo que es esto lo que más desea
leer amigo lector; lo que esto ha impactado positivamente mi perfil financiero
y sin necesidad de ser un cazador de ofertas y/o promociones. En el pasado mes
de Octubre pasé por un almacén de ropa para caballero y me compré un par de
trajes de corbata, lo genial fue que me encontré unos precios muy interesantes
y además de ello, logré medírmelos sin ningún tipo de congestión y con toda la
calma del mundo –aunque no soy muy amante de quemar mucho tiempo decidiendo y
comprando algo en un almacén– lo increíble del asunto fue pasar por el mismo almacén
el pasado 08 de Diciembre y para mi sorpresa corroborar que el precio de dichos
trajes se había incrementado un 35% aproximadamente y además la congestión en
el vestier era simplemente interminable. Así que definitivamente me pregunté
¿Para qué ir de compras cuando el efecto rebaño está en plena ebullición?
¿Si
sólo tengo dinero cuando existen primas semestrales?
Muy
seguramente existirá alguien que en estos momentos se esté preguntando esto. Y con
toda razón lo puede hacer, porque muy probablemente no es muy hábil a la hora
de planear sus gastos cuando consume y deja todo a la premura de último momento
para hacerlo. Pero si bajo este ejemplo que les acabo de compartir ¿no sería
mejor haber planeado sus compras?, miremos el caso de alguien que no tiene la
posibilidad de comprar antes lo que necesita para satisfacer alguna de sus necesidades
básicas, sino que tiene que esperar hasta que llegue el pago de la prima,
simplemente quedará expuesto a la ferocidad de las variaciones en los precios
(inflación decembrina) de los productos sin ningún tipo de protección.
¿Cómo
protegerse de ello?
Indiscutiblemente
la primara opción sería que se programe y ahorre para evitar así cualquier
sorpresa en su presupuesto y comprar en meses diferentes a Diciembre. Pero si
usted definitivamente no es de aquellos que planea (cómo la mayoría de personas
que conoce) sus gastos, tendría la opción de usar su cupo de tarjeta de crédito
–recuerde que esto es un compromiso bajo su responsabilidad financiera– para
los meses anteriores (Octubre-Noviembre) o posteriores (Enero-Febrero). De esta
manera, podrá encontrar mejores precios y pagar su crédito de la tarjeta con
los flujos que le llegan en los momentos de primas semestrales (para el caso
que consuma en meses anteriores) –definitivamente
bajo esta operación suponiendo que se asume un gasto en ropa por valor de $520.000 a un plazo de
doce meses usted habría pagado sólo $19.250 por concepto de intereses que equivaldría
al 3.70% sobre el valor total adquirido en mercancías si paga su obligación dos meses después de haberla adquirido, muy por debajo del 35%
que se incrementó el precio de los mismos– y guardar dichos flujos (sin afectar el cupo
de la tarjeta de crédito) para poder usarlos en los meses posteriores a ellos, en caso que desee comprar en los meses de Enero-Febrero.
De esta manera, financieramente
hablando consumir en un mes diferente a Diciembre es mucho más productivo y potencialmente
eficiente –se puede consumir con la tranquilidad que implica una época valle y
a la vez coincidir con una rebaja sin saberlo– que esperar todo el año para desaforarse
para comprar hasta lo que no se necesita de manera prioritaria y verse obligado a desarrollar un olfato cazador de ofertas bajo el estrés de un reloj que consume el tiempo a
toda velocidad. Por todo lo anterior, es que hoy en día le dejo este mes a mi
lado lleno de filantropía, compartir con aquellos más cercanos y disfrutar de
la calma financiera que me ha permitido este cambio brusco, pero necesario para evitar el efecto rebaño y sus desmanes.
Javier Andrés Alzate M
Trader-Coach-Fundador
EDUBURSÁTIL
http://edubursatil.blogspot.com.co/
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