martes, 22 de diciembre de 2015

Si desea ser inteligente a la hora de consumir, renunciaría a comprar en Diciembre

Definitivamente cada año este asunto comercial que encierra la euforia decembrina no deja más que dolores de cabeza para el inicio del siguiente. Por esta razón, para quienes me preguntan por las promociones, descuentos y rebajas –recomiendo leer “El silogismo detrás de los grandes descuentos (Madrugones, Trasnochones y similares)”– es que decidí desarrollar este artículo.

Indiscutiblemente no voy a castrarle a ninguno de mis lectores o participantes de mis auditorios la posibilidad de consumir y llenar de azufre la palabra compra, porque sería una completa imprecisión de mi parte y más sabiendo que es el consumo tal y cómo lo he afirmado en mis anteriores post– es el combustible de nuestro modelo económico capitalista. Es más, puedo afirmar, que allí es donde está la raíz del problema para muchos, que ven en la vida financiera un calvario a la hora de comprar y no un disfrute para su sano vivir.

En lo particular, personalmente desde hace dos años seguidos he renunciado a comprar en el mes de Diciembre y hasta ahora los resultados han sido muy satisfactorios tanto para mi sano vivir como para mi disfrute financiero (sólo me enfoco en mi lado filantrópico). Lo primero que deseo aclarar aquí es que yo no creo en las promociones –lo puedo decir con razones firmes en las prácticas comerciales de las cuales tengo acceso indirecto– porque nadie vende un producto para perder, las ventas bajo la promesa de una imperdible “promoción” simplemente está persuadiendo a su población objetivo para que compre en el momento que el comerciante así lo desee, pero sin la posibilidad de renunciar a un margen, de lo contrario todos los comerciantes estarían quebrados y yo hasta ahora no he visto el primero quebrar, así que sus atractivas “promociones” les deja igual ganancias para sus ejercicios. Y lo segundo que deseo aclarar es que soy poco tolerante ante la exposición a los tumultos, largas filas y la algarabía a la hora de comprar.

Por todo lo anterior he tenido la fortuna de moverme por fuera de las fechas nacionalmente comerciales. Esto significa, que si deseo ir a cenar a un restaurante lo hago celebrando el “día sin motivo”, es decir, para el día menos pensado y cuando realmente se me antoje sin importar lo que se celebre a nivel nacional –yo lo llamo evitar el efecto rebaño–, porque definitivamente no hay nada más molesto que exponerse a buscar una mesa disponible en cualquier restaurante en medio de una celebración nacional. Esta misma filosofía la he venido aplicando como les mencioné anteriormente para lo que ocurre en Diciembre, he movido mi rango de fechas para ampliar la posibilidad de encontrar un escenario de tranquilidad a la hora de comprar, pero lo más importante y creo que es esto lo que más desea leer amigo lector; lo que esto ha impactado positivamente mi perfil financiero y sin necesidad de ser un cazador de ofertas y/o promociones. En el pasado mes de Octubre pasé por un almacén de ropa para caballero y me compré un par de trajes de corbata, lo genial fue que me encontré unos precios muy interesantes y además de ello, logré medírmelos sin ningún tipo de congestión y con toda la calma del mundo –aunque no soy muy amante de quemar mucho tiempo decidiendo y comprando algo en un almacén– lo increíble del asunto fue pasar por el mismo almacén el pasado 08 de Diciembre y para mi sorpresa corroborar que el precio de dichos trajes se había incrementado un 35% aproximadamente y además la congestión en el vestier era simplemente interminable. Así que definitivamente me pregunté ¿Para qué ir de compras cuando el efecto rebaño está en plena ebullición?

¿Si sólo tengo dinero cuando existen primas semestrales?

Muy seguramente existirá alguien que en estos momentos se esté preguntando esto. Y con toda razón lo puede hacer, porque muy probablemente no es muy hábil a la hora de planear sus gastos cuando consume y deja todo a la premura de último momento para hacerlo. Pero si bajo este ejemplo que les acabo de compartir ¿no sería mejor haber planeado sus compras?, miremos el caso de alguien que no tiene la posibilidad de comprar antes lo que necesita para satisfacer alguna de sus necesidades básicas, sino que tiene que esperar hasta que llegue el pago de la prima, simplemente quedará expuesto a la ferocidad de las variaciones en los precios (inflación decembrina) de los productos sin ningún tipo de protección.

¿Cómo protegerse de ello?

Indiscutiblemente la primara opción sería que se programe y ahorre para evitar así cualquier sorpresa en su presupuesto y comprar en meses diferentes a Diciembre. Pero si usted definitivamente no es de aquellos que planea (cómo la mayoría de personas que conoce) sus gastos, tendría la opción de usar su cupo de tarjeta de crédito –recuerde que esto es un compromiso bajo su responsabilidad financiera– para los meses anteriores (Octubre-Noviembre) o posteriores (Enero-Febrero). De esta manera, podrá encontrar mejores precios y pagar su crédito de la tarjeta con los flujos que le llegan en los momentos de primas semestrales (para el caso que consuma en meses anteriores)  –definitivamente bajo esta operación suponiendo que se asume un gasto en ropa por valor de $520.000 a un plazo de doce meses usted habría pagado sólo $19.250 por concepto de intereses que equivaldría al 3.70% sobre el valor total adquirido en mercancías si paga su obligación dos meses después de haberla adquirido, muy por debajo del 35% que se incrementó el precio de los mismos–  y guardar dichos flujos (sin afectar el cupo de la tarjeta de crédito) para poder usarlos en los meses posteriores a ellos, en caso que desee comprar en los meses de Enero-Febrero.

De esta manera, financieramente hablando consumir en un mes diferente a Diciembre es mucho más productivo y potencialmente eficiente –se puede consumir con la tranquilidad que implica una época valle y a la vez coincidir con una rebaja sin saberlo– que esperar todo el año para desaforarse para comprar hasta lo que no se necesita de manera prioritaria y verse obligado a desarrollar un olfato cazador de ofertas bajo el estrés de un reloj que consume el tiempo a toda velocidad. Por todo lo anterior, es que hoy en día le dejo este mes a mi lado lleno de filantropía, compartir con aquellos más cercanos y disfrutar de la calma financiera que me ha permitido este cambio brusco, pero necesario para evitar el efecto rebaño y sus desmanes.

Javier Andrés Alzate M
Trader-Coach-Fundador
EDUBURSÁTIL
http://edubursatil.blogspot.com.co/

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