lunes, 7 de diciembre de 2015

Precio Vs Calidad: Financieramente una disyuntiva que no debería existir

Definitivamente hablar de precios en Colombia es tan importante como hablar del incremento del salario mínimo cada año y me refiero al nivel de relevancia que le damos los Colombianos a estos temas, creyendo tal vez de manera errada que sacrificando calidad por mejores precios somos financieramente más inteligentes que el resto de los mortales.

Sé por lo sensible del tema que ya usted amigo lector estará levantando alguna de sus cejas preguntándose si prosigue leyendo o no este artículo; pero lo entiendo, este asunto sí que hiere susceptibilidades y más cuando se trata de egos y dinero.

Voy a plantear este debate desde el aspecto numérico y como suelo hacerlo en mis artículos separarlo de cualquier apreciación subjetiva y de estómago para evitar imprecisiones que desencadenen conclusiones erradas de lo que busco como ejercicio final. Porque al final debemos llegar a una conclusión de fácil entendimiento y me comprometo desde ya a que así sea.

Financieramente hablando ¿por qué es tan peligroso para su bolsillo sacrificar calidad por precios más bajos?

Para establecer un punto de partida que nos ubique en el punto central de este debate deseo exponer una historia de la vida real que nos puede ayudar inmensamente a aclarar los peligros que esconden los precios “bajos”.

Empecemos a establecer lo subjetivo que puede llegar a ser el calificativo “barato” de un artículo, bien o servicio. Si para el ejemplo lo ubico a usted como una persona que tiene la fortuna de tener en su billetera diez millones de pesos (COP$10.000.000) diariamente como su caja menor, ¿qué cree que pensaría si le llegan a pedir COP$3.000.000 por un reloj en una joyería? ¿Cree que su percepción frente al artículo pudiera ser de “barato” o de “caro”? muy seguramente la balanza se inclinaría a favor de la opción de “barato”, debido a esa magnífica posibilidad de liquidez. Pero ¿Qué pasaría si le limito el acceso y tan sólo le dejo un saldo de COP$200.000 y estos recursos deben lograr cubrir sus gastos hasta fin de mes? ¿Cambiaría la percepción? ¿Se inclinaría ahora la balanza desde “barato” y se volcaría en una gran probabilidad al “caro”, verdad?.

Ahora teniendo claro lo subjetivo que puede llegar a ser la percepción de los calificativos “barato” y/o “caro”, evaluemos lo nocivo que puede llegar a convertirse desde las finanzas una mentalidad barata de la realidad que lo rodea para su bolsillo.

Estando en la Universidad estudiando los casos donde las grandes marcas que se consideran de “elite” mostraban precios altos –que es muy diferente a caros– y exponían grandes estándares de calidad no sólo en su presentación, embase, empaque, investigación y procesos de producción. Empecé a entender que financieramente hablando para el lado del consumo las mutaciones a favor del precio frente a la calidad sería una autodestrucción de toda posibilidad de eficiencia monetaria a largo plazo. Y deseo explicarme mejor para que ambos (usted amigo lector y yo el autor) hablemos el mismo idioma y logremos llegar a una sana conclusión.

Pongamos el siguiente ejemplo:
(jeans) Diesel originales Vs “maquilados”

En alguna ocasión, unos años atrás compré un par de jeans marca Diesel en un centro comercial del norte de la ciudad de Cali por los que pagué algo más de COP$700.000, una cifra que en su momento no me parecía nada escandalosa. Días después de haber comprado mis jeans en medio de una reunión formal hablando con unos amigos de la oficina me contaron de la existencia de una calle en el municipio de Itagüi llamada la “calle de la moda”, donde podía yo adquirir muchos más ejemplares de esa misma marca por mucho “menos” de lo que yo pagué por un par. Coincidencialmente para las semanas siguientes yo viajaría a la ciudad de Medellín y con curiosidad agregué al itinerario viajero la visita a dicha calle. Así que cuando llegué a tan famoso lugar –es tan famoso este sitio que llegan buses de excursiones con gente de todas partes de Colombia; aclaro que no me están pagando por hacerle publicidad a esta calle, pero si deseo aclararle que mencionándola le estoy contando una historia que no es un cuento de ficción– pude comprobar que lo que me decían mis amigos era muy cierto, podía yo adquirir jeans de la marca que usaba por docena y a mucho menos valor de lo que compré los míos. Sin embargo, al detallar el tipo de tela que usaban los “maquiladores” –me refiero en estos términos a los comerciantes de estos, porque allí mismo estaban los talleres de corte y procesamiento de las telas en producto final (jeans) y nunca supe si eran una franquicia, una sucursal o simplemente eran unos delincuentes usufructuando una marca sin autorización, porque así como lograba encontrar jeans Diesel, podría obtener Chevigon, Lee y demás– era de una calidad muchísimo menor a la de los jeans que yo usaba y llevaba puestos, es decir, que mientras yo pagaba por un jean alrededor de COP$350.000 en un lugar donde se declara IVA, se pagan nóminas con prestaciones sociales y donde podía pagarse con dinero plástico, aquí podría adquirir una docena de jeans por casi COP$200.000 y solamente en efectivo, no sé si declaraban y por supuesto pagaban IVA, si las nóminas de las costureras estaban bajo el amparo de ley y demás.

Ahora con el ejemplo anterior y sin el ánimo de ser despectivo ¿cuánto tiempo cree usted que me hubieran durado los famosos jeans de la calle de la moda? Bajo mis estimaciones de lo que vi en torno a la calidad de la tela yo diría que al cabo de año y medio (1 año y ½) o dos años (2 años) como máximo, hubiera tenido que salir nuevamente a buscar ropa para reabastecer el closet. Mientras que ocho años después yo aún tengo mis jeans –reconociendo que están ya bastante viejos y gastados, pero en capacidad de uso– pudo decir que el valor “exagerado” que pagué por ellos en un principio lo puede haber diferido por el mismo número de años de servicio y lo cual daría un sorprendente COP$43.750 por año, una cifra nada despreciable desde el punto de vista de calidad Vs precio. Mientras que si hacemos un comparativo de los maquilados usted al cabo de los mismos ocho años habría gastado algo más de COP$800.000 sin contar con los costos de desplazamiento a la ciudad de Medellín.

Con todo lo anterior, deseo entonces concluir que la percepción de “barato” es supremamente nocivo para su bolsillo financieramente hablando. Tener una alta rotación de bienes que obligatoriamente hay que consumir –definitivamente es un tema que le interesa mucho más al productor– equivaldría a tener que soportar un nivel de consumo alto y me estoy refiero al monto total que sale de multiplicar esos pequeños valores cada seis o doce meses frente a un consumo de mayor valor pero por distancia de periodos más largos. Miremos el consumo desde la perspectiva de escala, ¿Quién asume un mayor gasto periódico? quien adquiere por ejemplo diez litros de aceite hoy para sustentar el consumo de su hogar por varios meses o quien consume cada dos o cinco días cien mililitros de aceite. La respuesta es contundente y quien consume para cubrir su necesidad diaria –se conoce como economía del diario– debe asumir unos costos asombrosamente altos para poder soportar sus necesidades vitales.

Así que no es cuestión de ingresos para ser eficientes a la hora de consumir –gastar– sino que es cuestión de entrenamiento financiero y mental para que usted entienda de muy buena manera que lo “barato” sale “caro” –Recomiendo leer “¿Cuánto debe ser el incremento justo del salario mínimo en Colombia?” y que ser un comprador de precios “baratos” cómo único criterio sacrificando la calidad para poder consumir lo estará encerrando en una dependencia sin fin que lo tragará como arena movediza de los comerciantes y productores de “basura” que lo único que buscan es un grillete que los ate a ellos a perpetuidad como una sanguijuela se aferra a su víctima hasta producirle prácticamente una enfermedad terminal.

Ahora puede entonces entender ¿Por qué su salario no rinde como antes? –Recomiendo leer “¿Siente que su salario rinde cada día menos? -Tenga cuidado, puede estar experimentando los síntomas de un ingreso real endémico” y “¿Por qué nos cuesta tanto ahorrar?”– y que su mente barata está destruyendo el potencial de su bolsillo ahogándolo en una disyuntiva que no debería existir.


Javier Andrés Alzate M
Trader-Coach-Fundador
EDUBURSÁTIL
http://edubursatil.blogspot.com.co/


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *