La libranza, un mecanismo de crédito muy distinto al crédito rotativo
Primero es importante entender que existen varias modalidades para tomar
una obligación crediticia con un establecimiento bancario y por lo tanto, parto
desde allí, por la simple razón que desconocemos muchas de las herramientas que
están a nuestro alcance para suplir las necesidades de efectivo durante nuestra
vida económicamente activa.
Por lo tanto, en la medida que el mismo sistema buscando mayor bancarización
a lo largo y ancho del territorio nacional se enfoca en productos específicos a
promocionar. De esta manera los créditos de libranza viven recientemente su
mejor momento, impulsados por un lado, por su menor riesgo para el caso del
establecimiento de crédito, realidad que se ve reflejada en sus menores tasas frente
a la del crédito de consumo ordinario (tasa que normalmente se encuentra muy
cerca del la tasa de usura) y por el otro la facilidad de acceso para los
deudores (consumidor financiero) en términos de manejo.
De esta manera es importante definir ¿qué es el crédito de libranza?: La
libranza es un mecanismo de recaudo de cartera en donde el deudor autoriza a su
entidad empleadora a descontar de su nomina mensual o quincenal una suma
determinada para aplicar a la cancelación de sus obligaciones ante una entidad
financiera, y la entidad empleadora se compromete a entregar dichas sumas a la
entidad financiera en un plazo previamente convenido. Para el adecuado
desarrollo del esquema de libranza es de suma importancia que la entidad
financiera cuente con la autorización de descuento de nómina del
deudor-empleado y el convenio de recaudo debidamente suscrito con la entidad
empleadora en donde estén expresamente consignadas todas las obligaciones del
convenio.
Con la anterior claridad, es
impensable que se use la libranza como un crédito rotativo en el cual se usa y se
prepaga en la medida que la caja y al ancho de sus antojos lo permita. Sin
embargo, esa ausencia en torno a las características de estos créditos produce
hábitos entre los consumidores que son al final mucho más costosos y
perjudiciales para su historia crediticia.
Si bien, es normal escuchar
propuestas desde el mismo sistema bancario para consolidar pasivos (compra de
cartera entre el argot popular) a través de cualquier tipo de crédito
incluyendo la libranza, lo que no es normal es la gimnasia habitual entre la
compra y la recompra de cartera a través de la libranza, generando mayores
costos y oportunidad en liquidez para el deudor. Es decir, ¿para qué usar la
libranza, si al cavo de un par de meses o menos voy a volver a consolidar pasivos,
para luego volver a hacerlo? ¿Por qué no usar otro tipo de créditos? Hay
quienes me insisten que consolidar pasivos no es un delito y tienen toda la
razón, pero lo que no saben quienes lo afirman es que cada vez que consolidan
obligaciones hay consultas a centrales de riesgo y ello si es algo que le puede
perjudicar de una manera directa a su perfil financiero como deudor. Entre más
consultas tenga su cédula en las centrales de información dentro de un periodo
determinado, menor será su score y mayor será su riesgo de un posible default
(probabilidad de caer en impago) por sus hábitos de destapar huecos para tapar otros
(entre nuestro lenguaje técnico se le conoce como rollover de deuda).
¿Para qué usar la libranza si
se puede consolidar a través de otro tipo de crédito que puede implicar menos
costos en términos de tiempo y en tasa? Las razones las puedo simplemente
concentrar en dos puntos, el primero sería la tasa acompañada de plazos que
pueden llegar a rondar entre los 60 y 84 meses (cosa que no se puede hacer con
la consolidación de cartera a través de las tarjetas de crédito, algo muy
atractivo para el deudor porque mayor plazo es equivalente a menor cuota) y el
segundo punto que hace de este tipo de créditos uno de los más atractivos, es
que se descuenta directamente por nomina y por ende su comodidad en términos de
tiempo y estrés por cuentas vencidas en caso que sea poco organizado con sus obligaciones.
Sin embargo, el mal uso de
este tipo de herramientas lo único que expone es su indisciplina financiera que
lo encierra en su propia gimnasia de nunca acabar. Es decir, que la libranza se
le convirtió en el cupo rotativo entre varias entidades, donde se usa el avance
de efectivo para pagar deudas y viceversa. Una gimnasia que no le desarrolla su
lado atlético sino que acaba con la tranquilidad del sueño que repone cualquier
desorden y que lo expone cada día a un escenario cercano de quiebra en caso que
la fuente de sus ingresos tengan un tropiezo o se detengan por completo.
Javier Andrés Alzate M
Trader-Coach-Fundador
EDUBURSÁTIL
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